Los proveedores de atención médica admiten responsabilidad en la muerte de un hombre después de la cirugía

Cuando César Guerra se quejaba de dolores de cabeza, su empleador lo envió a un hospital local para que lo evaluaran especialistas. [i] Después de ver a los médicos en un hospital local y de realizarle una resonancia magnética, se descubrió que el Sr. Guerra tenía una masa benigna en la pituitaria que debía ser extirpada. Sus médicos recomendaron que se extirpara el tumor de gran tamaño mediante lo que se conoce como cirugía transesfenoidal.

Después de la cirugía, el Sr. Guerra fue enviado a la unidad de cuidados intensivos y poco después comenzó a mostrar signos de parálisis. Una tomografía computarizada posterior a la cirugía mostró que estaba sufriendo un derrame cerebral. El análisis de sangre que se ordenó como rutina después de su cirugía mostró que sus niveles séricos de sodio estaban aumentando rápidamente y su frecuencia cardíaca seguía disminuyendo. El estado del Sr. Guerra continuó deteriorándose y aproximadamente cinco días después de su cirugía, cayó en coma. Dos días después murió dejando atrás a una esposa y un hijastro.

La esposa del Sr. Guerra fue a ver a David Sampedro cuando otro abogado local le dio su nombre. David se puso en contacto con varios expertos, entre ellos un neurocirujano, un enfermero, un neurólogo, un intensivista y un médico hospitalista. Después de reunirse con los distintos expertos y obtener declaraciones juradas de que los distintos proveedores de atención médica incumplieron el estándar de atención vigente y que ese incumplimiento en última instancia condujo a la muerte del Sr. Guerra, los proveedores de atención médica admitieron su responsabilidad por causar la muerte del Sr. Guerra y el caso se resolvió por una cantidad de dinero confidencial no revelada.